La paja en el ojo ajeno
Cada vez que
alguien diga “centeno”
en el
futuro,
pensaremos
en Salinger.
Cada vez que
se escriba “Gloria” en unos versos,
evocaremos
nuestros campos estériles.
Cada vez que
el subterfugio te nombre
iremos a
disparar caracoles de río
como
inútiles pedradas,
al descubierto
almiar de paja y heno.
Los
bastiones quedan lejos
¿qué se
siente ser tan bueno en las palabras
si nada con
ellas podremos construir,
excepto un
anillo de descarte?
El camino de
los recitadores
de autores
respetables
se conforma
con listas bien nutridas
de memoria,
cazadores de
personajes
fictos y
elegantes,
dejan tras
la puerta
un tendal de
sujetos inconclusos.
Herméticos.
Inescrutables
bocetos.
Los dueños
de la vanidad
están cerca
del Poder y del Abismo.
Nos
persiguen con su causa y su locura
y dejan
mortecinas consecuencias
con su
cloqueo de gallitos de riña.
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