Entresijos del amor oculto
Enmudece la
noche como un sarcófago bruñido.
Se prepara
la última estrella
para
despuntar la aurora
en su rosada
hermosura.
Todas las
velas del cielo se apagan.
Todas menos
una,
que no
admite mestizaje en su contingencia.
La realidad
alberga soles que no vemos,
y el alma no
es un slogan de
los poetas
estúpidos.
Ni una
mentira más soporta la insípida cartelera.
La
experiencia del ser clama contra la ruindad
de los
peligrosos cobardes.
Si es tiempo
de Luz, habrá Justicia en la Sombra.
“Dios nunca
abandona a sus fieles”, nos dijeron.
Fue escrito
por uno de los nuestros,
hace
milenios,
en un salmo
cuyo número no recuerdo bien,
y se
santigua el diablo
ante mi
falta de memoria.