Crear para creer
Creer para
ver.
Ver para
perder.
No mirar. No
pensar.
Esta es mi
vida en la plataforma ultramarina.
La que
quisiera reinventar contra el cristal
manejado por
hebras del destino.
Este es mi
paso hacia el ocaso.
La belleza
que desprecié sin vacilación alguna.
El momento
que perdí en carnavales húmedos
hasta
volverme monstruo
con cara de
niñita abandonada.
Cantar para
llorar en los papeles.
Creer para
croar
como una
rana cruda
que ve moler
sus ancas
para
alimentar bichos y pirañas
que van en
grupo,
robando
monedas
para
tirarlas al precipicio
y desfogarse
en las
maquinitas de los casinos
inflamadas
de saña y de misterio.
Crear para
creer.
Creer para
soñar.
Esta es mi
vida en los zaguanes dolientes.
Las
antorchas se encienden
en lo oscuro
de la caverna
hasta
iluminar a la muerte horripilante
que nos
persigue como
un detective
astuto
que aventaja
a sus presas huyentes.
Soñar para
alcanzar
el tiburón
de la nave náufraga.
Creer
creciendo,
sin desasir
el rumbo.
Las
estrellas nos buscan
y no
existen.
El sol se
multiplica
y no existe.
Su luz nos
llega tarde
y no existe.
Tan lejos
del presente
nada existe.
Dame la mano
y llevame contigo
hacia el
averno en el cielo.
Te escucho,
te contesto
y aunque
nadie nos vea
plantar en
los almácigos
pimpollos
de albahaca
o clavelinas
te presumo y
te creo.
Crear para
ver;
para sentir;
para tocar;
para oler
y
desembozarte.
Para
aprender a descubrir
el amor en
las palabras,
la bondad en
la justicia,
a vos en la
intimidad.
Creer para
ver.