Tejidos
La
corrupción está instalada.
Ay.
Trágicamente instalada.
No van a
dejar constancia
de
ostracismo ni destierro
en los sones
de la guerra.
No abrirán
las compuertas del trabajo
ni
destilarán petróleo sus acritudes indignas.
La olita del
dinero seguirá
dando curso
a matones de otra clase.
Los malvados
oirán el
grito subastado de las madres.
Los artistas
atrapados en su red
con una cala
en el cerebro
no
descansarán hasta alcanzar la infamia.
Candidatos a
Diputados
seguirán
orinando al mejor postor.
Nuevos
súbditos
tendrán Reina y Rey
que los corteje.
“Se siembra
un pensamiento,
se cosecha
un acto”,
oraba el pastor mormón.
Escuelas de
psiquiatría,
verdades
bíblicas,
cine
adoctrinador,
las falsas
biografías de la escuela anglicana,
los
plagiadores contemporáneos
y la torsión
nueva perseveran.
Pero la
literatura no cambia el mundo
solo lo hace
más tolerable,
más
asequible,
en este
cansino agobio de multitudes.
Si coincidís
conmigo
en cumplir
los mandamientos de Dios
(o como
quieras llamarlo)
estaremos de
acuerdo.
Sino, mejor
seguí tu camino hacia la nada.
Lo sostengo
y mantengo:
quien quiera
conocer el horror
que se
inscriba en un curso de tejidos.
La lana pica hasta en la piel del muerto.
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