Cháchara
De repente,
todo el mundo
tuvo
necesidad de hablar,
de decir lo
suyo,
de ser
poeta.
Se lanzaron
al vacío,
innumerables
tejedores de redes amigables.
Se formaron
grupos con
locuaces
desahuciados
que también
tenían
necesidad de hablar,
de decir lo
suyo,
de ser
poetas.
Y como todos
eran todos
Y ninguno
era uno,
se
intercambiaban
versos
marcados de costumbre
como palomas
mensajeras.
El problema,
mi amigo, fue el de siempre:
las palabras
se fastidiaron de tantos arrecifes,
tanto
friso y tanta pluma
de amores
contrariados,
empatía
del humo
y huelgas de
belleza,
las infamias
perdieron su perfume,
los recursos
de esa esgrima
se agotaron
como pólvora de guerra...
Y los versos
libres
fueron tan
poco libres
que tuvieron
el impacto
de una
charla monótona y huidiza.
El problema,
mi amigo, fue el de siempre:
el lenguaje
perdió el símbolo
y las
palabras transmutaron
en
cháchara sin importancia.
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